ROL ORIENTADOR EN LA PANDEMIA. ORIENTANDO A DISTANCIA, MÁS CERCA DE LAS FAMILIAS
Sherly Osorio León
Orientadora Escolar – JT
Recordando que el aislamiento es preventivo, no deshumanizante, y el distanciamiento es físico, no emocional, social o afectivo, con ausencia del contacto humano, y la conexión prudente virtual y cercana con el entorno, donde las redes deben seguir funcionando como un tejido social, comunitario y solidario, posibilitando en medio de esta crisis social, económica y educativa -entre otras-, múltiples posibilidades de sobrellevar la pandemia de forma digna.
Se puede considerar que la situación de pandemia, ha permitido a las personas interiorizar un aprendizaje valioso, al reconocer que necesitamos estar interactuando, socializando y compartiendo en muchos y nuevos espacios, aunque estos no sean físicos, en este caso la Escuela como organización social y comunidad académica se ha visto avocada a continuar los procesos relacionales desde la conectividad, el internet, la digitalidad y la virtualidad, por medio de dispositivos electrónicos y redes que se han convertido en el sitio de encuentro, facilitando que los hogares se conviertan en una extensión física de la Escuela, llevando a educadores, docentes, orientadores, familias y estudiantes a pensar en innovar con metodologías y pedagogías correspondientes (algunas de ellas no tan nuevas, que están teniendo su oportunidad de ser redescubiertas y aprovechadas hoy en día).
En este tiempo, ha surgido la necesidad de garantizar la educación, continuando con las clases y el estudio como un servicio - derecho universal de la población infantil y juvenil; esta vez desde el hogar y las viviendas, con la doble corresponsabilidad, ya que padres, madres, cuidadores, acudientes, y familias, han tenido que asumir responsabilidades las 24 horas, teniendo en cuenta que no solamente deben seguir con el acompañamiento -que ya realizaban- a sus hijos en casa, con las tareas y actividades de refuerzo que quedaban después de clases presenciales o dejaban los profesores desde planteles educativos, sino además dirigirlas, supervisarlas, hasta evaluarlas en sus hogares, alternándolas con las múltiples tareas de la casa y el mundo laboral a las cuales también deben responder y las cuales han generado una sobrecarga en las familias, que siguen en el ojo del huracán.
Muchas de estas cotidianidades que se tenían por ciertas, han cambiado radicalmente, y no hay forma de saber por cuanto tiempo, ni cuál sea su desenlace a futuro inmediato o lejano; lo que se evidencia claramente, es que a pesar del difícil y riesgoso escenario en el cual todos (orientadores, docentes, estudiantes, familias, personal médico, administrativo, funcionarios, sector gubernamental y demás personal de otros sectores), están hoy inmersos viviendo y experimentando sentimientos, pensamientos, actitudes y comportamientos en común, afectando no solo a Colombia, sino además a todo el planeta.
A pesar de lo anteriormente mencionado, en medio de las duras circunstancias, aún se vislumbra la oportunidad de pensarse una nueva escuela, nuevas pedagogías, nuevas estrategias y metodologías educativas, que responda a los actuales desafíos y que independiente del tiempo que la pandemia exija, generara nuevas oportunidades, ya que a mayor tiempo de aislamiento, mayor posibilidad de transformación y renovación de la educación y de la mano de esta renovación se encuentra la Orientación Escolar que al concebirse como servicio y derecho en medio de las circunstancias buscara ser garante de los derechos de los educandos y al mismo tiempo se preocupara por el cuidado de la salud mental de la comunidad educativa.
Reconociendo y teniendo en cuenta en medio de la crisis y la emergencia, las emociones, actitudes, sentimientos, pensamientos y comportamientos (claustrofobia relacionada con la movilidad restringida, aburrimiento, dificultad para concentrarse, síntomas de depresión, ansiedad, estrés, soledad, pesimismo, diversos miedos: a infectarse, a ser separado de los seres queridos, a enfermar y morir; intranquilidad, irritabilidad, agresividad, desesperanza, inquietud desasosiego, incertidumbre, trastornos del sueño, del apetito, preocupación por no poder cumplir con las responsabilidades financieras, incertidumbre respecto al presente y al futuro cercano que se mantiene persistente durante más de dos semanas y como consecuencia se somatizan en el cuerpo) de la comunidad educativa.
No obstante, en estas circunstancias, el verdadero reto se encuentra en generar estrategias sin conectividad, en estos casos se busca realizar acompañamiento a mediante programas de TV o radio, culturales, deportivos, recreativos como baile, aeróbicos, yoga, rutinas de ejercicio, pesas, canto, música (recopilando temas preferidos), pintura, manualidades, reparaciones caseras, disfrutar un libro, buscar nuevos pasatiempos en los periodos de ocio, a través de dispositivos electrónicos (consolas de videojuegos, karaoke, tabletas y celulares, series y películas por cable o canales nacionales), juegos individuales y grupales tradicionales digitalizados o juegos físicos que pueden compartir en familia fortaleciendo lazos afectivos (parques, bingo, ajedrez, dominó, cartas, monopolio, de armar, rompecabezas de muchas piezas, adivinanzas, de preguntas y respuestas con límite de tiempo).
Otra estrategia importante para fortalecer salud mental en la comunidad educativa es socializar técnicas de relajación, aprendiendo a observar / observarse en silencio -respirando tranquilamente el aire fresco- viendo el entorno exterior, calles, naturaleza (por una ventana, puerta, azotea, patio o balcón), favoreciendo la consciencia plena, permitiendo centrarse en el aquí y en el ahora disfrutando del estado de presencia, lo que previene que desarrollen trastornos como estrés, depresión o angustia (los cuales en estas circunstancias se han proliferado); modificando espacios a través de nuevos estilos para experimentar la sensación de cambio en medio de la monotonía, fortaleciendo su sentido transpersonal de trascendencia, altruismo, y sentimientos esperanzadores, sobre la superación de esta realidad atípica.
Todas estas técnicas y otras, posibilitan la reprogramación neuronal favoreciendo la eficacia mental y autogestión emocional, permitiéndoles hacer frente a diversos retos de la vida, al fortalecer el sentido de vida a través de múltiples actividades, Orientadores Escolares contribuyen en la salud mental -y física- de los estudiantes, que posibilitan llevar a la prevención del suicidio, consumo de sustancias, desconexión digital (antes deserción escolar) que pueden desarrollarse bajo las circunstancias presentes. Asimismo, permite sobrellevar la angustia y el dolor especialmente en hogares con alto riesgo de vulnerabilidad por la tendencia a conflictos, convivencia violenta y relaciones maltratadoras.
Conjuntamente, el Orientador Escolar realiza acompañamiento personalizado (Borja y cols., 2020), mediante medios telefónicos y utilizando diversos canales virtuales que posibilitan el contacto (consensuado), tutorías, asesorías y apoyo, con seguimiento emocional para toda la comunidad educativa (incluso docentes, directivos y otros orientadores), promoviendo el acercamiento emocional y afectivo, que generan genuino soporte anímico.
Entre otras prácticas cruciales del Orientador, está la de compilar y socializar líneas de atención, directorios de instituciones de apoyo y garantes de derechos, a las que pueden acudir en caso de requerir asistencia, además contando con ayuda inmediata, brindado por Orientación, para garantizar que las familias y estudiantes cuenten con apoyo psicosocial, información confiable y aclaratoria, que les permita comprender, interpretar y anticiparse al entorno inminente que puede surgir hacia adelante, respondiendo de mejor manera, más oportuna y eficaz, generando de paso pensamientos y análisis interpersonales e intrapersonales de las mismas situaciones, facilitando diseñar nuevas estrategias para organizar las rutinas de la vida diaria, decisiones y acciones a tomar
Con el propósito de anticipar los cambios o suspensión de las actividades planeadas y elaborar propuestas alternativas para mantener el distanciamiento y aislamiento sin bloquearse protegiendo el pensamiento creativo; fortaleciendo las capacidades de afrontamiento y aceptación, ya que independiente que no se comprenda o guste la situación por la que se está pasando, es una oportunidad para fortalecer la tolerancia a la frustración y la resiliencia haciéndose más fuertes frente a la adversidad.
La situación actual genera doble aislamiento y múltiple riesgo por distanciamiento social, sumado a las dificultades económicas, laborales, la baja interacción comunitaria, religiosa y médica, incluyendo la restricción en atención por salud mental, psicológica y psiquiátrica, bien sea por que los sistemas de salud han colapsado o por la estigmatización que se tiene frente a solicitar ayuda a profesionales de salud mental, quienes van a investigar antecedentes psíquicos o prevalencia de síntomas relacionados hoy en día con enfermedades mentales, la falta de habilidades para solicitar ayuda frente a tratamientos, terapias, prescripción farmacológica, obstaculiza recibir ayuda y atención oportuna preventiva, que genera que tales situaciones mentales se profundicen más, generando riesgo de desequilibrios.
Por esta razón, desde el área de Orientación se hace indispensable reforzar programas de prevención del suicidio basadas en comunicación de forma remota, por ejemplo, Telepsicología, intervenciones breves y en crisis mediante contacto telefónico, envío de mensajes y comunicados escritos, son estrategias que han demostrado reducen las tasas de suicidio (en medio del aislamiento y soledad espacial), con riesgos similares en la comunidad educativa, incluidos Orientadores que desempeñan el rol de cuidadores.
De ahí que, una infancia no acompañada, agregada a la ausencia de padre / madre biológicos, y de relaciones o vínculos cercanos con quienes mantener una comunicación activa (afectiva y amorosa) debilita la posibilidad de afrontamiento emocional asertivo a las circunstancias. Además, si hay adultos mayores de 65 años quienes son los proveedores del sustento y cuidado, se aumenta la limitación de recursos personales para el entretenimiento, la baja o nula capacidad en el manejo de dispositivos electrónicos, herramientas digitales y acceso a la tecnología, lo que pone en desventaja a los estudiantes y se ve reflejado en el proceso educativo.
Otro aspecto a observar frente al ejercicio de la orientación escolar seria la relación Orientador- Padres/Cuidadores, se creería que con la actual situación, la atención del servicio de orientación escolar habría disminuido o no sería tan efectivo, sin embargo irónicamente el distanciamiento obligó a los padres a acercarse de una mayor manera a la escuela, poniendo en evidencia que la tan frecuente queja “que los padres no asistían a la escuela porque no les interesaba el proceso de aprendizaje de sus hijos” era una falacia, en este momento maestros y orientadores se vieron retados a abrir diversos canales de comunicación remota, eliminando la barrera del requisito obligatorio de la asistencia física, la comunicación entre padres y escuela aumentó significativamente viéndose reflejada en un mayor acompañamiento escolar hacía sus hijos en la mayoría de la población.
Además, no ha disminuido el alcance frente a las situaciones de atención biopsicosocial como: violencias, consumo de SPA, desmotivación escolar, entre otras, tan solo han cambiado las formas de contacto que han favorecido una mayor comunicación. Entre las múltiples estrategias virtuales que ha implementado el Orientador están: blogs con instrucciones, canales virtuales de atención, con horarios establecidos que además de facilitar las consultas cotidianas sobre temas biopsicosociales y conductas de riesgo, posibilitan la atención oportuna en crisis.