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LA HISTORIA DEL COVID QUE CAMBIÓ LA PROPIA HISTORIA

 

Adriana Lucía Pira Moreno

Estudiante del grado 402

 

En el mes de marzo que fue el inicio de la pandemia tanto en nuestro país como en el mundo, nunca imaginamos que la vida nos pudiera cambiar de la magnitud en que la estamos viviendo hoy en día. Todo pasó demasiadamente rápido, donde diariamente tuvimos que ver como en los países como España, Italia, Estados Unidos y Japón que fueron los más afectados, daban sus estadísticas haciendo un reporte diario de muertes entre 40.000 y 50.000 personas fallecidas a causa del COVID-19, donde se tenían que ver los muertos en las calles porque los hospitales estaban tan colapsados que ya no había cabida para nadie más, ni siquiera en los cementerios, donde se veía como tenían que hacer excavaciones en lugares amplios para poder sepultar los féretros unos encima de otros, la verdad esto es algo inconcebible porque nadie imagina que la furia de Dios sea tan grande con la humanidad, que yo lo tomo como un escarmiento para ser mejor persona ya que nuestro planeta está rodeado de mucha maldad, y porque ya es hora de que el mundo cambie para bien.

La verdad nunca imaginé que en mi vida podría vivir algo semejante, esto ha sido demasiado fuerte para todo el mundo, especialmente para los que han tenido que vivir y soportar los síntomas de este virus tan fatal, porque tras de que es demasiado peligroso también ha hecho que vivamos llenos de temor, de angustia y sobre todo de miedo porque no queremos ser contagiados y tampoco que nuestra familia y amigos tengan que pasar por una situación tan delicada como ésta. Por eso, si queremos que este virus deje de existir debemos empezar por el autocuidado y de paso por cuidar a nuestros seres queridos cumpliendo y llevando a cabo los protocolos de bioseguridad que exigen las autoridades, porque sencillamente si cumplimos con esto haremos posible que los casos de contagio disminuyan y poco a poco se vaya suprimiendo este virus de nuestras vidas, ya que esta pandemia ha afectado a la mayoría de gente tanto económica como personalmente.

 

Mucha gente ha tenido que acabar sus negocios, han tenido que quedarse sin empleo por falta de ingresos por no permitir que su trabajo se realice a puerta abierta como es de costumbre, mucha gente ha tenido que empezar a hacer cosas que jamás imaginaron, algunos han pasado de ser jefes a tener que vender comida o prendas de vestir en la calle, a veces infringiendo las normas o los protocolos que se deben cumplir para poder sobrevivir, sólo por el hecho de llevar el alimento a su familia, porque muchos prefieren morir por Covid que morir de hambre.

 

Así llevamos más de 8 meses desde que inició toda esta pandemia y aunque mucha gente se ve afectada por el encierro, por no saber qué hacer, es mejor saber esperar a que todo pase y con calma iremos viendo como poco a poco se va normalizando la situación, ya que para nadie ha sido fácil éste cambio de vida y estoy segura que es algo que marcó desde la generación más pequeña hasta la más adulta, porque sé que es algo que no se olvidará tan fácilmente y que a futuro será una anécdota para contar a nuestros descendientes. Y aunque en la actualidad poco a poco se va reabriendo el comercio en la gran mayoría de los sectores existentes, sé que nada volverá a ser igual porque vamos a estar con temor, no más con el solo hecho de tener a nuestros semejantes cerca ya se vuelve motivo de peligro, vamos a estar atemorizados si escuchamos a alguien toser o estornudar o si vemos que se siente mal, automáticamente lo asociaremos con el covid-19.

 

Tendremos miedo de involucrarnos con multitudes ya sea en el transporte, en la calle, en un centro comercial, en un parque, en un supermercado… en fin, cualquier establecimiento ya se vuelve sitio de contagio. por eso no debemos cantar victoria todavía porque son miles los casos existentes que todavía se encuentran en hospitales o peor aún, hasta ahora están iniciando a lidiar con su enfermedad, así como unos pueden salvarse otros pueden fallecer por lo tanto esto no va a hacer algo de poco tiempo y toca esperar a que la vacuna llegue a nuestro país para ir combatiendo este virus con la mayor brevedad posible, pero siendo en todo momento muy cautelosos.

 

Esto no significa que porque la vacuna exista vamos a dejar de cuidarnos y de protegernos, no vamos a dejar de lado el tapabocas o a no lavarnos las manos y tampoco a desinfectarnos cuando llegamos de la calle a nuestro hogar o de visita a algún sitio en particular. Simplemente esto termina cuando Dios lo quiera y cuando la gente sea consciente y recapacite de que en la vida muchas veces hacemos todo lo contrario a lo que es debido.

 

Afortunadamente en mi casa a pesar de tener situaciones difíciles y un poco complicadas hemos tenido la fortuna de contar con un alimento diario en nuestra mesa, de no enfermarnos ni siquiera de una gripe así sea pequeña, pienso que esto ha sido posible gracias a que nos hemos ceñido a las reglas impuestas por el gobierno y a concientizarnos de que lo que está pasando en el mundo es algo real y que no debemos poner en riesgo nuestra vida sólo por sentirnos simplemente aburridos de tanto encierro. Y aunque han habido muchos casos en los que se ha visto que como consecuencia del aislamiento han aumentado los casos de estrés, depresión y ha sido peor para la gente que sufre de claustrofobia, pero esto no puede ser motivo para llegar a sentirse de esta manera, porque este aislamiento se está llevando a cabo para proteger nuestra vida y no podemos dejar que nuestra debilidad nos gane para llamar otras enfermedades, no se trata de eso, se trata es de preservar nuestra existencia y nuestra salud.

 

Confiemos y tengamos fe de que en algún momento nos llevaremos la sorpresa de que este virus ya no existirá y aunque quizás nos deje una huella imborrable, podremos cantar victoria y agradecer infinitamente a Dios, por blindarnos ante ese invasor llamado COVID-19.

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