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DE LA PANDEMIA Y OTRAS CUESTIONES

 

Vladimir Tuta Aponte

Docente de Ciencias Sociales - JT

 

Después de más de ocho meses de confinamiento voluntario u obligatorio, uno puede hacer algunas lecturas de balance de lo que ha producido el virus no sólo en los espacios de socialización primaria (familias, escuela, etc.) sino que es muy importante no perder de vista otros elementos de análisis más general, que también generaron impactantes cambios a niveles nacionales e internacionales.

 

Personalmente considero más que prudente, necesario, volver la mirada sobre las consecuencias sociales que han surgido a raíz del cambio impensable y rotundo que trajo el covid-19... En este momento quisiera apartarme un poco de las transformaciones internas y personales de cada una de las familias que integran nuestra comunidad Deborista, para centrar mi punto de atención en los cambios de carácter colectivo que en ocasiones logran pasar desapercibidos, pero que revisándolos bien, ofrecen otros lugares de enunciación que abarcan escenarios y problemáticas que tarde o temprano terminarán afectando las mismas condiciones existenciales de cada círculo familiar.

 

Pensar en términos colectivos permite reflexionar sobre aspectos que indudablemente afectan a la mayor parte de la población de un país e incluso, de la mayoría de habitantes de éste minúsculo planeta llamado tierra. Era inminente que en un mundo básicamente capitalista, la parálisis empresarial, el cierre de fábricas y negocios, la desaceleración del aparato económico generara consecuencias inmediatas sobre toda la población. Es verdad que nadie estaba preparado para esta situación extraordinaria, pero también es cierto que existen diversos niveles de preparación. En otras palabras, podría decir que no es lo mismo que una persona adinerada reciba la pandemia en confinamiento obligatorio, que una persona de escasos recursos la reciba la misma pandemia.

 

La situación económica no es la misma para estas dos personas, sus necesidades no son las mismas, sus obligaciones, sus temores, sus problemáticas, su diario vivir no son para nada comparables. Mientras una persona que permanece recluida en casa con la tranquilidad de mantener su empleo o incluso con la posibilidad de trabajar desde la comodidad de su hogar, mientras sigue recibiendo su salario en normalidad y sólo debe salir a hacer mercado o a sacar a pasear a su perro, otras personas sencillamente no pueden darse el lujo de quedarse quietos en casa... Las enormes desigualdades sociales de nuestro país obligan a gran cantidad de personas a salir decididamente a la calle para intentar sobrevivir un día más, a ir a rebuscar un mínimo ingreso que le permita llevar algo de comer a su familia, a conseguir un trabajo que en caso de estar de suerte, será muy mal remunerado, sin prestaciones sociales, sin garantías de continuidad, por turnos o por jornada nada más...

 

Los colombianos nos hemos acostumbrado a aceptar estas enormes inequidades y simplemente lo vemos como algo normal... Mientras algunos llegar a mercar en sus relucientes automóviles, otros sólo pueden quedarse a cuidar dichos vehículos y esperar que al salir del supermercado, el dueño le brinde unas cuantas monedas por su “servicio”... Mientras unos piden lo que se les antoja vía telefónica, otros están destinados a llevar el domicilio a pesar de la lluvia, del frio o del intenso sol... Mientras unos pierden el tiempo viendo películas o youtubers plásticos en grandes pantallas planas y digitales, otros viven tremendas películas todas las noches al pasar recogiendo entre la basura, plásticos reciclables con los cuales poder sobrevivir otra jornada más...

 

Barrios enteros de gente que sólo teme llegarse a contagiar por este virus extranjero... Barrios enteros de gente que sólo teme no tener nada que comer en la noche... Gente con empleo y estabilidad laboral a quienes sólo les cambian la terminología: trabajo desde casa, teletrabajo, trabajo remoto, labores virtuales, trabajo multimodal, etc. Personas que se encuentran en una indudable zona de confort y de relativa calma... Gente sin empleo, sin dinero, que día a día deben enfrentarse a las más tristes y lamentables condiciones económicas, que sólo han podido colgar trapos rojos en sus ventanas y puertas como forma de exteriorización de sus problemáticas, voces pidiendo auxilio, sin calma, sin esperanzas...

 

Si continuamos realizando una mirada general a las situaciones producidas por la pandemia, encontraremos que nunca será lo mismo para estos dos tipos de personas... De igual manera, nunca será igual para nosotros los humanos que para la naturaleza y los animales...

 

Quizás al comienzo de la pandemia muchos de nosotros nos alegrábamos el ver a los animales caminar, volar, correr, brincar con total libertad por lugares, pueblos y ciudades de calles desocupadas, animales felices por volverse a sentir dueños de la naturaleza, de su planeta, tranquilos sin cazadores persiguiéndolos, respirando un aire mucho más limpio después de que las grandes chimeneas de centenares de fábricas tuvieran que parar su producción... Muchos vimos una luz al final del túnel, cuando pensábamos en que la “pacha mama”, la madre tierra, la naturaleza, el planeta entero recibía una oportunidad de limpieza y descontaminación ambiental gracias a la llegada del covid...

 

Sin embargo, después de tanto tiempo transcurrido, es lamentable encontrarnos con que aquellas ideas y percepciones iniciales simplemente eran una ilusión momentánea... Comprender hoy que los millones de materiales de bioseguridad empleados para contrarrestar el virus, no son nada amigables con el ambiente... Desde las botellas de plástico que contienen el importante alcohol, jabón y geles antibacteriales, hasta las toneladas de materiales no biodegradables de guantes y tapabocas utilizados diariamente en todo el mundo, han venido terminando de incrementar los niveles de contaminación de nuestros ríos, mares y océanos...

 

Las maquinas, motores y chimeneas volvieron a prenderse puesto que la economía mundial así lo requería, fábricas que regresaron a su normal desempeño, la deforestación de inmensas zonas selváticas se reinició para proveer de recursos no renovables a las grandes empresas multinacionales que son las únicas que recibirán beneficios económicos con sus grandes transacciones realizadas, gigantes petroleras vuelven a taladrar las profundidades del planeta para succionar millones de barriles de petróleo que ya están vendidos y con sus destinatarios ansiosos de recibirlos...

 

El calentamiento global se reanuda y con él se siguen derritiendo los polos, el agujero en la capa de ozono se hace cada vez más enorme y el ser humano continua sin comprender que estamos quemando nuestra propia casa...

 

Y por si fuera poco, al revisar las consecuencias y situaciones pandémicas que nos aquejan de una forma general, podríamos centrarnos ahora en hablar un poco de la tan anhelada vacuna... Yo preferiría hablar del mercado de vacunas que está ya moviéndose hace rato, y digo mercado porque todo se trata de un escenario mundial de oferta y demanda de vacunas... En otras palabras: ¿quién tiene vacunas, qué país las produce y a cómo las vende? Por otra parte, ¿quién necesita vacunas, qué país las va a comprar, cuántas vacunas necesita?

 

Si bien es cierto que los gobiernos son los encargados de proteger y cuidar a sus ciudadanos, no crean que las vacunas serán completamente gratis... Debemos tener presente que en un sistema económico capitalista, todo, absolutamente todo tiene un costo, un valor, un precio. La vacuna contra el covid-19 no será la excepción, puesto que detrás de la creación y distribución de estas vacunas se encuentran gigantes laboratorios, más y más empresas multinacionales que no actúan como entidades sin ánimo de lucro... Todo está por verse en los meses cercanos... ¿cómo conseguirá el gobierno las vacunas?, ¿con qué país se hará la solicitud y compra?, ¿cuánto constarán las vacunas para atender a todo nuestro país?

 

Las anteriores son apenas unas sencillas inquietudes introductorias que debemos tener en cuenta y que aún no entran en lo realmente esperado por todos los colombianos... Aún faltarían otras como las siguientes: ¿Cuál será el mecanismo más adecuado para atender a toda la población colombiana?, ¿quiénes serán los encargados de aplicar las vacunas en los ciudadanos?, ¿con qué mecanismo se garantizará equidad en la aplicación de dichas vacunas?, ¿será que nuevamente se privilegiará a los privilegiados?...

 

Estas últimas preguntas son realmente aterradoras después de observar de forma general las enormes situaciones de desigualdad social que imperan en Colombia, país bello pero inequitativo... Si las vacunas están incluidas dentro de una enorme estructura capitalista, ¿cómo harán los que no tienen el mismo poder adquisitivo para acceder a dichas vacunas?, ¿el gobierno garantizará la vacuna sin pedir dinero a cambio, sin incrementar impuestos, sin solicitar requisitos?

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